¿Un secuestro en directo ante miles de telespectadores? Unos encapuchados entraron en el plató y se llevaron a Berto con la intención de sacarle pasta a Andreu. Era la excusa perfecta para promocionar la nueva película de Miguel Ángel Vivas, "Secuestrados".
Bueno, pues que al final no pasó nada, que era todo un montaje organizado por Berto. Una chapuza, ¡vaya!
Como si de estrellas del Rock se trataran, tres voluntarios del público se prestaron a tirarse dentro de una piscina de bolas para ganar, nada más y nada menos, una entrada doble para asistir al festival de música independiente San Miguel Primavera Sound. Cualquier excusa es buena para liarla.
Lo más raro de este video no es ver a Andreu vestido de Ana Morgade o a Berto de Joan Eloi, bueno, quizá sí lo sea.
Para este activo, tres personas del público, participaron en un concurso que consistía en que, durante 20 segundos, debían coger el máximo de botellas de 2 litros de Pepsi posibles, con las partes del cuerpo que quisieran, con las manos, vaya.
Andreu y Berto son hombres de hoy en día, con sentido del humor, amantes de la familia, que saben cocinar... Y con Dove Men Care lo quisieron demostrar a la audiencia. Plancharon, cocinaron palomitas, cuidaron a un bebé... La verdad es que ellos no hicieron nada. Bueno! Berto algo hizo...
Hace un par de años, Buenafuente experimentó el inicio de una mutación (y no hablamos del método de adelgazamiento 3x10 de Néstor Serra, que le ha dejado hecho un figurín). Mucho antes de que las plazas se llenaran de indignados, entre el fragor de los aplausos, percibió el valor del descontento. Supo que debía aprovechar su plató como tribuna. Ahora quiere ir más allá, examinar de cerca el nuevo mundo. Eso explica, en parte, su parada técnica.
-Esta vez no le ha obligado el estrés.
-No, no. En estos años me he arremangado más que nunca. He trabajado con menos presupuesto y he intentado que mi comicidad fuera más coherente con mi manera de pensar. Y ahora era necesario parar para ver cómo va todo esto.
-¿Qué es «todo esto»?
-Siento una mezcla de disfrute de mi privilegiada situación con una poderosa sensación de responsabilidad. Es un «ya que estás ahí, haz algo». Es tiempo de ser menos superficial, de poner en contacto a gente que sabe lo que pasa con el público que no entiende nada. Creo que me toca eso, pero sin mesianismos.
-Mire que Zapatero deja la plaza...
-Me encuentro más lejos de la política que nunca. Sin querer, el movimiento 15-M me ha ido absorbiendo. Y mire que soy un descreído, ¿eh? Pero veía a esa gente y me emocionaba, y me gustaba que me emocionara.
-Su cuenta corriente no es la del indignado. Posición difícil la suya.
-Una noche pasé por los aledaños de plaza Catalunya y uno de La Sexta, medio escondido porque a las teles les daban caña, me preguntó si quería entrar en directo. Acepté con la condición de hacerlo a pie de plaza. «Es que nos van a decir de todo». Y yo lancé un órdago: «No nos dirán nada». Nos plantamos en la plaza y noté que la gente entendía que me ganaba bien la vida pero que quería estar ahí. Noté el respeto.
-Raro eso de caer bien a todo el mundo, ¿no?
-¡Es mi patrimonio! ¡Ni dinero, ni hostias! El grafitero, el taxista y el abogado, todos me ven interlocutor de algo. Uno porque le haces reír, otro porque sacas mala folla...
-¿Se gusta más en este nuevo perfil?
-Dejemos claro que yo no me gusto mucho. Soy un insatisfecho permanente. Pero noto que he aprendido un montón de cosas en estos últimos años. Y eso coincide con el endurecimiento de la realidad. Parece que todo se va a la mierda: Grecia, España, los bancos... Siento que estamos dentro de la Historia. Y eso provoca incomodidad, pero también siento un cierto orgullo por haber intentado explicarlo. Y ahora...
-Ahora ¿qué?
-Todo el mundo lo quiere saber todo, pero solo por encima. Surfea. Y yo aprovecharé la parada para profundizar. Tengo una montaña de libros de los intérpretes del cambio social que leer, mucho que observar...
-Se abre otro ciclo.
-Ya se abrió cuando Antena 3 dijo «a nosotros ya no nos interesas», pero yo tuve la certeza de que el proyecto estaba vivo. Me encontré conmigo mismo. Seguí apostando, con menos recursos, y me acerqué a una cierta verdad profesional. Y vi que el equipo me seguía. Por eso, en el último programa, dije que para mí había tres cosas importantes: la audiencia, mi equipo y la comedia. Todo lo demás es prescindible.
-Sigue siendo un monje, veo.
-Pues me lo he pasado muy bien en la vida, ¿eh? He conocido a gente fantástica y he tenido relaciones de pareja estupendas. Quizá me falte el hijo... En el último programa, mi madre me preguntó: «¿Vas a tener un hijo?». Y le respondí: «¿Quién te ha dicho que no lo tengo ya?». La dejé con una cara...
-No me extraña.
-Pero también he sido el padre de mi reducida familia, compuesta por ella, mi hermana y mi sobrina. El mismo día en que murió mi padre, me senté en su silla vacía y sentí una especie de toma de posesión. Y ahora estoy en un entorno más reducido en el que me siento tranquilo. Tengo una pareja [la actriz Silvia Abril] y un maset [en Cabrera]. Necesito muy poco para vivir.
-¿Cómo de poco?
-No necesito vida social, por ejemplo. Una vez tuve que decidir entre ir en el barco de un gran banquero o jugar a fútbol sala con unos tíos del pueblo que después se iban a comer unos espaguetis. Me fui con ellos.
-Pues mire que tiene usted fama de costarle mucho los afectos...
-No es cierta. Está mal que lo diga yo, pero la gente próxima me dice que soy muy generoso. Ocurre que, en lugar de una caricia, puedo hacer un gesto que igual puede salvarte.
-¿Se le resiste la caricia?
-Puede... La caricia es lo último, ¿no?
-Tampoco es de risa fácil.
-Lo que pasa es que a mí me anula mucho el nerviosismo, el estrés de la temporada. Además, una deformación del cómico es concentrar toda la capacidad de reír en el trabajo. Haces tantas cosas de crío -te disfrazas, te tiras al suelo, cantas- que cuando vas a una cena en la que te aseguran que habrá un tío divertidísimo piensas: «¡Pero si yo acabo de cantar la Macarena vestido de vikingo!». Mi umbral de diversión es muy alto.
-Eso le recluye en la república independiente de El Terrat.
-El peligro podría existir, pero no es mi caso. Cuando más a gusto estoy es tomando un café en el bar del pueblo mientras oigo cómo juegan a dominó. No he perdido la capacidad de interesarme por la gente.
-¿A qué gente respeta sin reservas?
-Mantengo una intensa relación epistolar con Jesús Hermida. Como soy un romántico, pienso que es uno de los tíos con más ángel de la historia de la tele. Pero la persona que más me influye últimamente es Ferran Adrià. No existe nadie en el mundo que te haga sentir más convencido de tus posibilidades. Y eso es impagable en un país en el que la envidia es cotidiana, en el que la desmotivación es habitual. Mi escenografía permanente es: «Tengo una idea» / «Te irá mal» o «Me ha ido bien»/ «Has tenido suerte». Siempre he vivido intentando convencer a los otros de que yo tenía una idea. Ahora procuro rodearme de gente que me diga: «Adelante tío, y multiplícala por 10».
-Evitan sus travesías en el desierto.
-Yo he tenido baches de «coño, no entiendo nada», pero los he pasado bien acompañado. La verdad es que mi vida tampoco tiene mucha épica. Y mire que me gustaría, ¿eh? Leo entrevistas a tíos que eran alcohólicos, estuvieron en prisión y se separaron 15 veces. Pero yo soy un mojigato.
-El mojigato con «la mayor actividad mental conocida», según su pareja.
-A veces estoy en el mar, y digo: «Descansa, no pienses nada y mira este mar». Por cierto, he descubierto que la naturaleza me resulta sedante. Puedo mirar un árbol durante una hora. No me puede engañar. Pero sí, me cuesta parar. Es que he entrenado mucho el pensamiento creativo. Me siento un poco como el médico de urgencias que tiene cinco boxes y va tomando decisiones. Y me gusta.
-¿Y dónde es más usted?
-Es que hay muchos yos en mí que componen un todo algo extraño. Voy a hacer una charla, y me sale el Andreu motivador. Un compañero tiene un problema, y me sale el Andreu psicólogo. Me pongo a pintar y...
-... le salen cosas muy torturadas.
-Sí. Pero eso es un misterio que nadie aclarará. Soy un autodidacta desordenado. Un infraaprendiz de Miquel Barceló, que es el artista que más me ha marcado. Un pintor en construcción.
-Un multitareas de tomo y lomo.
-Aprovecho para pedir un respeto hacia los multitareas. Es un prejuicio muy español eso de «tú eres periodista, pues no hagas nada más hasta que te mueras». Llevo 15 años haciendo fotografía, y te dicen: «Ya, pero...». ¿Ya qué? En el extranjero ves un actor que escribe poemas, pinta y toca la guitarra. Esto me da rabia y hasta me ha creado traumas. Con la pintura, por ejemplo. He dicho «no» a 10 ofertas para exponer por miedo a que olieran a famosito-en-galería.
-Oiga, mientras su conciencia toma cuerpo, ¿qué hará en estos meses?
-Ir a EEUU, sobre todo a Nueva York. Y tengo un proyecto con Mikel Urmeneta para ir a pintar a la isla de Pascua. Luego, por como soy y por como está la vida, estaré conectado a mi gente, desde África o desde donde sea. Cinco minutos por el Skype, y a volver a la selva.